La industria de los fondos de capital privado juega un papel esencial en el desarrollo de las economías, no solo porque tiene la capacidad para hacer colocación de deuda y/o equity en las empresas permitiéndole la consolidación y expansión de los modelos de negocio en los que invierte, sino porque hace un acompañamiento en la gestión, apoyándolas a llevar acabo la transformación necesaria para el cumplimiento de sus objetivos comunes. Los equipos de administración del activo subyacente de los fondos cuentan con amplia experiencia en el tipo de empresa en las que invierten, lo que los hace un aliado invaluable a la hora de afrontar nuevos retos como los que ahora se avecinan.
Como lo hemos comentado en blogs pasados, las empresas colombianas tradicionalmente se han apalancado en el sector bancario para sus necesidades de inversión y/o capital de trabajo. Esto es el resultado de la baja representación de estos vehículos en nuestro país y también como consecuencia de la actitud paternalista de los empresarios locales que les resulta casi inviable compartir la toma de decisiones de sus empresas con otros por mucho que este pueda aportar. La realidad es que esta combinación ha estancado el desarrollo empresarial tanto a nivel local como regional donde se evidencia el mismo fenómeno.
Reconociendo que la recesión económica apenas comienza, debemos tener en cuenta que estas nuevas circunstancias nos van a exigir que se hagan cambios estructurales en las fuentes de financiación de las empresas. El deterioro de la cartera bancaria sin duda llevara a que este sector tenga límites de colocación y se vuelva aún más adverso al riesgo para poder sopesar la difícil situación de las crecientes moras. Esto significa que tendremos que mirar hacia nuevos actores para suplir esta brecha de financiación que necesitara una pronta respuesta.
Para lograr esto, deberemos cambiar la forma en que operan las empresas. Necesitamos comenzar a balancear los requerimientos de los fondos que desde hace ya unos años ven más allá de la rentabilidad para enfocarse en el impacto integral que esta tenga en su entorno. Después de mucha crítica internacional y continuos cambios en las legislaciones que regulan la inversión de los grandes capitales, se ha creado la necesidad de buscar y gestionar objetos de inversión que estén adecuadamente alineados con objetivos de sostenibilidad a largo plazo no solo de su organización sino de la sociedad de la que hacen parte.
La necesidad global de generar modelos de negocio que no solo sean económicamente rentables, sino que también estén generando un impacto positivo en el entorno en el que trabajan no es un negociable. Mientras que hace unos años las empresas podían pasar de agache cumpliendo limitadamente con las leyes de medio ambiente, gestión del recurso humano y gobernanza hoy por hoy esto ya no es viable.
“El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Cada objetivo tiene metas específicas que deben alcanzarse en los próximos 15 años. Para alcanzar estas metas, todo el mundo tiene que hacer su parte: los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y personas como usted” – https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/
Los 17 Objetivos de Sostenibilidad (ODS) expuestos por las Naciones Unidas, son una especie de mapa para las acciones que debemos tomar como individuos, empresas y colectivo para que las unidades productivas sean mucho más que máquinas para generar más dinero a los accionistas. Para poder generar un mundo equitativo, una sociedad justa, parar el deterioro de la calidad de vida de millones de personas cada uno de nosotros debe entender el rol que juega dentro del engranaje global y poner de su parte con conciencia y un objetivo común. El compromiso de cada uno de nosotros no es cumplir con los 17 ODS ya que su campo de acción es demasiado amplio, pero si es exigible que alineemos los objetivos de las organizaciones con los ODS que nos competen para aportar de manera activa al propósito superior de la comunidad global.
Todo pareciera un poco utópico y lejos de la realidad en al que vivimos, pero se está llevando a la práctica de manera contundente a través de la industria de fondos de capital privado. El ciclo es sencillo, los inversionistas que colocan dinero a través de estos vehículos están exigiendo con mas vehemencia que las empresas objeto de inversión estén alineadas con estos objetivos. Y cuando los inversionistas exigen, todos debemos escuchar. Reconociendo la necesidad de acceder a estas nuevas fuentes de financiación debemos comenzar por pensar que aportamos al mundo para poder llegar a ellas de manera efectiva.