El desarrollo tecnológico de la mano de la penetración de internet nos ha llevado a lo que denominamos la cuarta revolución industrial. Al igual que las anteriores, esta nos exige un cambio estructural en la manera en la que las empresas desarrollan todos sus procesos internos y externos (desde operaciones, logística, administración, financiero hasta estrategia) al igual que en la manera que se interrelacionan con su ecosistema (desde proveedores hasta clientes). Es entendible que estos procesos generen un alto grado de trauma, no solo por las decisiones e inversiones que deben implementarse sino por el poco tiempo disponible para esta gestión, ya que cada día que pasa pone en mayor riesgo a las organizaciones que no se adapten a estos cambios para garantizar su competitividad y en consecuencia su longevidad.
Los procesos de digitalización que nos facilitan estas nuevas herramientas van mucho más allá de crear una página web o abrir una cuenta en Instagram, mientras que estas son opciones válidas para una estrategia digital de mercadeo, esto es solo una de las muchas facetas. La necesaria transformación digital incluye la investigación, implementación e innovación de nuevos sistemas que nos permitan integrar internet con procesos de automatización y ojalá alineado con un análisis de datos profundo a través de inteligencia artificial. Es importante dimensionar claramente el reto que afrontamos porque de esta manera podremos adaptarnos a esta nueva realidad de una manera ágil y efectiva.
Hay que tener claro que este cambio global no ha pasado de la noche a la mañana, las economías desarrolladas llevan más de 15 años implementando planes para su transformación y generando procesos flexibles para que la disciplina de los cambios continuos sean parte integral de sus organizaciones. Dado que el gobierno corporativo de las empresas locales y regionales no han tenido este objetivo estratégico en el epicentro de sus decisiones, se sobreentiende que a nivel comparativo todas nuestras economías están atrasados en esta tarea. Para entender cuánto, solo debemos mirar el último ranking mundial de competitividad digital de 2019, donde ocupamos el puesto 61 de 63 superando exclusivamente a Venezuela y Mongolia. Es importante tener en cuenta que en el año 2018 estábamos en el puesto 31, este descenso es muy preocupante para todos y cada uno de nosotros.
El pobre resultado que estamos evidenciando se debe a tres grandes factores
1. La postura de las empresas frente al cambio en general, y en particular a temas de tecnificación, ha sido de negación y reticencia a nivel macro. Esto lo podemos evidenciar desde el programa del World Economic Forum que se ha dado a la tarea de identificar las empresas/fabricas con la más alta implementación de procesos de digitalización; aportando a un decrecimiento en desechos a través de la automatización, uso de deep learning para toma de decisiones, aprendizaje de máquina a máquina para mejorar las cadenas de suministro, entre muchos otros parámetros, ninguna se encuentra en América Latina.
2. Falta de capacitación del talento humano, el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones calcularon una deficiencia de aprox. 70,000 profesionales en las áreas de desarrollo e implementación tecnológico para afrontar los retos de estas nuevas exigencias competitivas. Para esto necesitamos tener en cuenta que el desarrollo de infraestructura digital va a ser central frente a este desafío y esto requiere un compromiso inquebrantable de gobierno central.
3. Una evidente confusión en el significado de la transformación digital. Es cierto que muchas empresas en el marco de la pandemia dieron inicio a la apertura de canales de mercadeo que les han permitido suplir parte de la perdida en ventas por el cierre del comercio, un ejemplo de esto es que desde el inicio de las medidas del aislamiento se sumaron a Mercado Libre 3.800 PYMEs de las cuales 60% afirman que lograron un nivel de ventas que les permitió mantener a la totalidad de su fuerza laboral. Esta es una de las muchas maneras en las que la tecnología nos puede aportar a generar no solo resiliencia sino también competitividad y crecimiento.
Lo que debemos recordar es que la digitalización no es solo la expansión de canales de venta, esto incluye inteligencia artificial, desarrollo de bots, analytics, ciencia de la data entre muchos otros. A pesar que esto suena abrumador, les podemos asegurar que cada una de estas herramientas son la clave para hacer nuestra vida organizacional más fácil. La verdad es que podemos comenzar a tomar pasos pequeños pero contundentes que nos permita abrirnos camino, un ejemplo de esto son las capacitaciones en línea que han permitido sistematizar la información que las personas reciben al entrar a una empresa, de esta manera han logrado mejorar la curva de aprendiza y disminuir los reprocesos de esta fase. No es más, una decisión sencilla que da inicio al camino de la transformación digital
Estamos seguros que entre más rápido entendamos la necesidad de implementar estos sistemas más cerca estaremos de la excelencia operativa y de la consolidación de un tejido empresarial competitivo y longevo.