Japón es un país con una cultura milenaria que aún en pleno siglo 21 sigue siendo un misterio para la mayoría de nosotros. Su misticismo ritualico y apego a la tradición contrastado a los avances tecnológicos sumado a su posicionamiento como una de las economías líderes del mundo a pesar de su pequeña y envejeciente población y una deflación de más de 18 años hace de esta pequeña y magnífica isla un enigma en muchos sentidos. Pero en ninguno más que este, 56% de las empresas de más de 100 años son japonesas, con algunas pocas celebrando más de 1300 años en comercio, es algo que es difícil de entender para la mentalidad occidental donde el promedio de las empresas es menor a los 60 años y se proyecta que para el 2050 será de menos de 30.
Para un país que estuvo aislado del comercio internacional hasta finales del siglo 19, que vivió el catastrófico impacto de las bombas atómicas en 1945 y más recientemente sobrepasó los devastadores efecto de un terremotos y subsiguientes tsunamis, esta estadística pareciera algo asombroso. Por esta razón, consideramos que en tiempos tumultuosos podemos mirar sus experiencias para entender que hace de su tejido empresarial tan profundamente resiliente y aunque no es una ciencia exacta aquí hay un par de aprendizajes que todos haríamos bien en aplicar.
- Giri: sentido de obligación. Al igual que la gran mayoría de empresas colombianas y latino americanas, las japonesas también son organizaciones basadas en la unidad familiar. La gran diferencia que vemos, es que para bien o para mal, el tradicionalismo de japón exige que las personas pertenezcan sin cuestionamiento ni dudas, esto por supuesto tiene su lado positivo y negativo, pero esto no es un juicio de valor sino de efectividad. El que pertenece a las organizaciones sabe que su responsabilidad es poner el bienestar de la empresa por encima del individuo, asumiendo su lugar en el engranaje de la maquinaria y entregando lo mejor de sí mismo para cumplir con su deber para alinearse con los objetivos del común. Esto es una lección de vida para todos, el compromiso con el objetivo común debe transcender las agendas personales porque solo cuando pensamos y actuamos dándole prioridad al bien común realmente sabemos lo que es pertenecer. diferencias personales porque la realidad de una crisis requiere que nuestro sentido de pertenencia se fortalezca porque la unión hace toda la diferencia.
- Ringi-Seido: decisiones grupales. La naturaleza jerárquica de la cultura japonesa hace más fácil entender que participar en las decisiones de las empresas no significa que se vaya a hacer lo que queremos, significa que podemos enriquecer el proceso a través de nuestra visión y opinión, pero finalmente el peso de la decisión debe recaer sobre una sola persona y como parte del equipo, después de haber sido escuchado, asumimos la responsabilidad conjunta de esa decisión así no haya sido nuestra sugerencia. La longevidad de las empresas depende de la capacidad de los equipos de alinearse de una manera efectiva no solo poniendo a un lado los egos y el descontento que nos genera cuando no nos hacen caso, sino con real confianza y optimismo por el liderazgo y sus acciones.
Pertenencia y alineación son una base importante para la longevidad empresarial, en tiempos de crisis la importancia de estas dos características se exacerba ya que las acciones nos dan espera y la reacción debe ser rápida y contundente, por esta razón consideramos que es de gran importancia asegurarnos que estemos practicando activamente estos dos conceptos.
Desglobalización
Hemos pasado los últimos 50 años generando políticas gubernamentales que apoyan las cadenas de suministro globales, la especialización de las economías domésticas y el valor agregado de aglomerar esfuerzos para generar productos sin delimitaciones nacionales. Este ha sido el sueño de muchos, que los límites físicos, económicos y comerciales desaparezcan para dar paso a una realidad global donde produzcamos a costos más eficientes y vendamos a mayores márgenes. En el mundo pre COVID se habían implementado 420 tratados de libre comercio en diferentes versiones y profundidades. Esta verdad que nos ha acompañado durante varias generaciones se desmorona frente a nuestros ojos y necesitamos un nuevo sueño global que se adapte a la realidad en la que vivimos en la cual a pesar de los pesares tendremos que convivir con diferentes ciclos de pandemias dentro del ciclo natural de nuestras vidas.
La interconectividad del comercio es algo que se adaptará a nuevas reglas de bioseguridad y a las normas de ingreso a los mercados objetivos, sería insólito que en el 2020 no tuviéramos acceso a productos del mundo entero. Dicho esto, lo que se hace evidente es que la vulnerabilidad de tener cadenas de suministro extendidas por el mundo entero no es sostenible en una realidad donde las pandemias nos son ciencia ficción y el cierre de las fronteras es algo que puede pasar en un abrir y cerrar de ojos. Esto nos deja con profundas dudas respecto a la transformación que debemos generar para salvaguardar los procesos de producción locales y como hacerlo de una manera que sea efectiva para el desarrollo económico de los diferentes países.
Inevitablemente el hashtag #compralocal pasa de ser la voluntad de algunos pocos por amor a lo “indie” y pasa a ser una necesidad prioritaria para todas nuestras industrias. Esto significa que el poder de producción de China se desvanece y vamos a tener que competir por menos materia prima a mayor valor en los mercados más cercanos, esto nos exigirá fortalecer la inversión en industrias que habían quedado relegadas por ineficientes y más aún significa que la baja productividad industrial a la que nos habíamos acomodado tendrá que ser erradicada si queremos re construir la economía.
En términos prácticos esto significa que el plan de ponernos al día en términos tecnológicos, operativos y en productividad no se puede seguir aplazando esperando que alguien nos venga a solucionar el problema que solo nosotros podemos gestionar. El PIB por hora promedio en Colombia es de USD 11,23 mientras que en México es de USD 21,6 y en EEUU es USD 72,0. Este será uno de los retos más grandes de nuestra era, cerrar la brecha de productividad es la primera fase de desarrollo que necesitamos afrontar para poder dar inicio a una nueva estructura en las cadenas de suministro donde podemos abastecernos de manera efectiva y comercializar productos innovadores y de valor agregado para gestionar nuevos tejidos económicos re nombrados globales.
¿Digitalizar qué?
Después de la tormenta
Alineación
Productividad base cero.
La productividad de las economías emergentes siempre es más baja en comparación a las economías industrializadas, esto es un reflejo del sinnúmero de retos que afrontamos en nuestra fase de desarrollo – pocas alternativas de financiación, falta de profesionalización administrativa, confusión en los gobiernos corporativos, carente control en las mediciones de producción entre otras. Esta realidad nos hace profundamente vulnerables